Viajar a Polinesia es un objetivo que vale la pena por la belleza inigualable de sus islas, tan solitarias en el Océano Pacífico.
Mar profundamente azul, una frondosa vegetación y playas de arena blanca, negra o dorada, componen el paisaje de la zona. Los circuitos por Polinesia se destacan de otros destinos de playa en el mundo, por la presencia de sus características cabañas “flotantes”, que se elevan sobre las aguas transparentes del mar.
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Tahití
La mayor de las islas que componen el archipiélago es vista desde el cielo con su forma de número ocho. La geografía en la superficie sorprende con sus curiosas playas de arena negra, además de volcanes inactivos, cascadas y lagos.
Bora Bora
La pequeña isla está rodeada por un gran arrecife que la convierte un circuito por Polinesia ideal para el buceo o el esnórquel. En esta zona existen numerosas cabañas sobre pilotes en el mar, las cuales apuntan al turismo de más alto nivel. En el centro, se eleva el monte Otemanu, con más de 700 metros de alto.
Moorea
El paisaje en esta isla, ubicada en el noroeste de Tahití, es similar al resto del archipiélago: playas con arena oscura, aguas turquesas y volcanes. Sobre la superficie, la selva tropical, con el mirador de Belvedere como punto panorámico privilegiado.
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